POWER & SUNSTEIN, IDEALES NOBLES Y CINISMO LETAL
por Thierry Meyssan
La administración estadounidense está profundamente
dividida y son pocos los que obedecen al presidente Barack Obama,
más preocupado por elaborar un compromiso entre las diferentes facciones
que por imponer su propio punto de vista. Después de haber eliminado
el clan Petraeus-Clinton, que saboteaba sus esfuerzos, el presidente
descubre que Feltman y Power siguen adelante con sus intrigas.
Thierry Meyssan recorre aquí la carrera de la embajadora de Estados Unidos
ante la ONU, Samantha Power, y de su marido, Cass Sunstein, profesor
de Derecho y teórico de la dictadura suave.
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 10 DE
NOVIEMBRE DE 2015
¿Cómo
instaurar una dictadura con guantes de terciopelo? El presidente Obama
conversa con su amigo, el «paternalista liberal» (sic) Cass Sunstein,
y con la esposa de este, la «idealista maquiavélica» (también sic)
Samantha Power.
Nombrada en 2013 representante
permanente de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU,
la embajadora Samantha Power es la líder de los «halcones liberales»,
especie de alter ego de los «neoconservadores» en
la promoción del intervencionismo del «Imperio americano». Durante
su audición de confirmación ante el Senado, Power proclamó: «Este país es el
país más grande de la Tierra. ¡Nunca pediré excusas por América!» [1].
Nacida en el Reino Unido en 1970 y
educada en Irlanda, Samantha Power emigra a Estados Unidos a los
9 años, cuando su madre abandona a su padre pianista para volver
a casarse con un médico, más adinerado. Después de cursar brillantes estudios
de Derecho en Yale, Power trabaja como periodista de deportes en la CNN,
televisión de información internacional cuya redacción albergaba miembros del
4º Grupo de Operaciones Sicológicas de Fort Bragg [2].
Samantha Power llega a la Carnegie
Endowment for International Peace como asistente de Morton Abramowitz, quien
también administraba por entonces la National Endowment for Democracy, la cara
legal de la CIA.
Durante la guerra en
Bosnia-Herzegovina, Power trabaja como reportera para el Boston Globe, The Economist, New Republic y U.S.
News and World Report. Conoce entonces a Richard Holbrooke, quien
se convierte en su mentor. Hoolbroke fue el organizador de la
independencia de Bosnia-Herzegovina, bajo la presidencia de Alija
Izetbegovic, al término de una guerra organizada por Estados Unidos
para desmembrar Yugoslavia. Samantha Power no podía ignorar que
Izetbegovic se había rodeado de 3 consejeros: el neoconservador
estadounidense Richard Perle para los temas diplomáticos, el cabildero
francés Bernard-Henri Levy para la propaganda y, para ocuparse de las
cuestiones militares, el islamista saudita Osama ben Laden [3].
La prensa no es suficiente para
Samantha Power así que retoma sus estudios en Harvard, en la Escuela
Kennedy de Gobierno, donde crea, en 1998, el Centro Carr para la Política
de los Derechos Humanos. Samantha Power entiende los «Derechos
Humanos» en el sentido anglosajón de ese término: proteger a los humanos de los
posibles abusos del poder estatal. Como hiperpotencia, el Imperio debe
tener una política de Derechos Humanos y formar para ello a sus altos
funcionarios.
Esta concepción se opone
culturalmente a la de los países latinos, donde se habla, por el
contrario, de los «Derechos del Hombre y del Ciudadano». Para estos
países la cuestión no es limitar los poderes del Estado sino
cuestionar su legitimidad. Por consiguiente, no puede existir
en ellos una «política de Derechos Humanos» porque los Derechos
Humanos son la irrupción del Pueblo en la política.
El Centro Carr es financiado por la
fundación del ex empresario Gregory C. Carr y por la fundación del
líbano-saudita Rafic Hariri.
En 2001, la profesora Power
participa como consultante en la Comisión Internacional sobre Intervención y
Soberanía de los Estados, creada por Canadá. Es el inicio de la noción de
«responsabilidad de proteger» (R2P). Los expertos ponen sobre
la mesa la idea de que para prevenir masacres como las de Srebrenica
o Rwanda, el Consejo de Seguridad de la ONU tendría que poder
intervenir cuando ya no hay Estado.
Al año siguiente, Samantha Power
publica su obra maestra: A problem from Hell: America and
the Age of Genocide[En español, “Un problema del infierno:
América y la era del genocidio”]. Particularmente difícil de leer, este
libro le valdrá la obtención del Premio Pulitzer. Aunque comienza por
el genocidio armenio para terminar por el que supuestamente sufrieron los
albaneses en Kosovo, el libro gira esencialmente alrededor de la
cuestión del exterminio de los judíos de Europa a manos de
la Alemania nazi y de la doctrina jurídica de Raphael Lemkins.
Lemkins era fiscal en Varsovia
durante el periodo intermedio entre las dos Guerras Mundiales. Como experto de
la Sociedad de Naciones denunció los crímenes de «barbarie»
cometidos por el Imperio Otomano contra los cristianos –incluyendo a
los armenios– (de 1894 a 1915) y posteriormente por Irak contra los
asirios (en 1933). Durante la Segunda Guerra Mundial, Lemkins escapó a la
persecución nazi contra los judíos exilándose en Estados Unidos, donde
se convirtió en consejero del Departamento de Guerra. Toda
su familia, que se había quedado en Europa, fue asesinada. Poco
a poco, Lemkins forjó el término «genocidio» para designar una política
tendiente a liquidar un grupo étnico en particular. Finalmente,
se convirtió en consejero del fiscal estadounidense en el Tribunal de
Nuremberg que condenó a varios dirigentes nazis por «genocidio».
Para Samantha Power, Raphael
Lemkins abrió una vía en la que Estados Unidos tendría que haber
perseverado. Sólo el senador William Proxmire –pariente de los Rockfeller–
continuó su lucha hasta que el Senado ratificó, en 1986, la Convención
para la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio. Como única
potencial global, Estados Unidos tiene, en lo adelante, el deber
de intervenir allí donde lo exijan los «Derechos Humanos».
Sin embargo, la profesora Power
nunca se interroga sobre la responsabilidad de Estados Unidos en
las masacres contemporáneas, ya sea sobre su responsabilidad directa –como
en Corea, Vietnam y Cambodia (desde 1969 hasta 1975) y en Irak
(desde 1991 hasta 2003)– o sobre su responsabilidad indirecta –como
en Indonesia, Papuasia, Timor Oriental, Guatemala, Israel
y Sudáfrica. La «responsabilidad de proteger» aporta
la justificación teórica,a posteriori, de la «guerra
humanitaria» en Kosovo. Algo que el profesor Edward Harriman resume de
la siguiente manera: «Para ella[Samantha Power],
Estados Unidos no es el problema sino la solución.»
La «responsabilidad de proteger»
se ha convertido en un «deber moral» de intervenir en todo
país que Washington acuse de practicar o de planificar un genocidio. Ya
ni siquiera hay que esperar a que el Estado se desmorone
para iniciar la intervención, basta con un pretexto.
También en 2002, Samantha Power da
una entrevista a la serie de video de la universidad de Berkeley Conversations
with History. Al responder a una pregunta sobre cómo debería
reaccionar Estados Unidos si el conflicto israelo-palestino se agravara
al extremo de hacer posible un genocidio, Power aconseja el envío de
una importante fuerza militar para separar a los dos bandos. Pero se manipula
su respuesta para acusarla de no ponerse del lado de Israel por
antisemitismo. Así que Samantha Power se ve obligada a solicitar
la ayuda de varias personalidades judías estadounidenses, como Abraham
Foxman de la Anti-Defamation League, para que la saquen de esa
situación y redorar su imagen.
Samantha Power se ve entonces en el
gobierno. En 2003, participa brevemente en el equipo de campaña del
general Wesley Clark, el ex Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN
en Kosovo, quien compite por la investidura demócrata a la elección
presidencial.
En 2005-2006, Power es invitada por
un senador que acaba de salir de la nada: Barack Obama. Este joven es un
protegido del ex consejero de Seguridad Nacional Zbigniew Brzeziński y de su financista David Rockefeller. Se informa a Samantha Power sobre el proyecto de
convertir a este joven negro en el próximo presidente de los Estados Unidos de América y ella decide renunciar a sus funciones en
Harvard y unirse al equipo
de Obama para convertirse en su secretaria de Estado.
En 2006, Obama emprende como
parlamentario un extraño viaje por África. En realidad se trata
de una misión de la CIA para sentar las bases de un cambio de régimen
en Kenya, su país de origen [4]. Samantha Power recibe la misión de preparar
el viaje y principalmente la etapa de los campos de refugiados de Darfur.
También participa ampliamente en la
redacción de The Audacity of Hope: Thoughts on Reclaiming the American
Dream, libro con el que Barack Obama se da a conocer
al público estadounidense y que le abrirá el camino hacia la Casa
Blanca.
Ya convertida en todo un personaje
de la intelectualidad imperialista, Samantha Power se apodera de la figura
de Sergio Vieira de Mello. Este diplomático brasileño había sido Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos antes de morir
asesinado en Irak, en 2003, cuando esperaba convertirse en secretario
general de la ONU. Power le dedica una entusiasta biografía, titulada
“Mantener la llama: Sergio Vieira de Mello y la lucha por salvar el mundo”
(sic). También ejerce su influencia sobre otro oportunista, el francés
Bernard Kouchner, quien reemplazó a de Mello como representante especial
del secretario general de la ONU en Kosovo (1999-2001) y fue
posteriormente designado por Washington como ministro de Relaciones Exteriores
de Nicolas Sarkozy (2007-2010).
Samantha Power milita en varias
organizaciones intervencionistas, principalmente en el International
Crisis Group del multimillonario húngaro-estadounidense George Soros y
el Genocide Intervention Network, que ha pasado a llamarse United
to End Genocide.
Samantha Power & Cass Sunstein
Durante sus contactos con Barack
Obama, Samantha conoció a uno de sus amigos, el profesor Cass Sunstein,
nacido, como ella, el 21 de septiembre pero 16 años mayor que
ella. Sunstein había trabajado durante mucho tiempo como profesor en Chicago,
donde se vinculó con el joven político Obama. Más tarde se fue a
Harvard, donde su oficina estaba a sólo una calle de la oficina de Power.
Extremadamente ambiciosos, estos dos personajes harían cualquier cosa por
darse a conocer. En julio de 2008, la católica Power y el judío
cabalista Sunstein se casan en Irlanda. Juntos formarán lo que
el periodista populista Glenn Beck llamará «la pareja más
peligrosa de América».
Autor prolijo –escribe varios
libros al año y publica numerosos artículos de opinión en diarios
importantes–, Cass Sunstein opina sobre cualquier cosa, desde los impuestos
hasta los derechos de los animales. Es, ampliamente, el profesor
universitario más citado en la prensa estadounidense [5]. Lo cual no tiene absolutamente nada de
sorprendente ya que se ha pronunciado sistemáticamente a favor del
poder del Estado en contra de las personas sometidas a procesos
judiciales, tanto respaldando las comisiones militares de George W. Bush
en Guantánamo como luchando contra la Primera Enmienda (libertad de
expresión).
En otras palabras, mientras
Samantha Power canta loas a los «Derechos Humanos» y
se convierte en la referencia intelectual en la materia, su esposo
Cass Sunstein se opone a ellos con todas sus fuerzas y se convierte
en referencia jurídica sobre ese tema. Entre los dos son capaces de
defender cualquier cosa y lo contrario con el mismo ardor, siempre y
cuando ello sea útil a sus intereses.
Junto al economista
comportamentalista Richard Thaler, Sunstein publicó Nudge: Improving
Decisions about Health, Wealth, and Happiness [En español,
“Contribución: Cómo mejorar las decisiones en materia de salud, riqueza y
felicidad”], donde los autores estudian las influencias sociales
que empujan a los consumidores a tomar malas decisiones. Al mismo
tiempo, elaboran una teoría sobre cómo podrían utilizarse esas mismas
influencias sociales para llevarlos a tomar «decisiones correctas». Esto
es lo que llaman el «paternalismo liberal», un oxímoron que
designa púdicamente un método de manipulación de las masas.
En septiembre de 2015, el
presidente Obama adoptará el «paternalismo liberal» como nueva
política e impartirá a su administración instrucciones para multiplicar
las «contribuciones» [6].
Durante la campaña electoral de
2007-2008, Sunstein redacta con Adrian Vermeule un trabajo destinado a las
universidades de Chicago y Harvard, trabajo que se impondrá como
doctrina a la administración Obama para luchar contra las «teorías
conspirativas» –o sea, contra el cuestionamiento de la retórica
oficial– y que inspirará posteriormente al presidente francés Francois Hollande
y la Fundación Jean-Jaures [7]. En nombre de la «Libertad» ante el
extremismo, los autores definen en ese trabajo un programa para aniquilar
esta oposición:
«Podemos imaginar fácilmente una
serie de posibles respuestas.
- El gobierno puede prohibir las teorías
conspirativas.
- El gobierno podría imponer una especie de
impuesto, financiero o de otro tipo, a quienes difundan tales teorías.
- El gobierno podría implicarse en un
contradiscurso para desacreditar las teorías conspirativas.
- El gobierno podría contratar partes privadas
creíbles para que se impliquen en un contradiscurso.
- El gobierno podría implicarse en la
comunicación informal con las terceras partes y estimularlas.» [8]
La dictadura con guantes de
terciopelo inicia su marcha.
El presidente Obama nombrará a Cass
Sunstein a la cabeza del OIRA, una oficina de la Casa Blanca encargada de
simplificar los trámites administrativos.
Pero Sunstein pasará el primer año
haciendo otra cosa: busca argumentos económicos para justificar la necesidad de
luchar contra las emisiones de carbono que pueden provocar un calentamiento
climático. Buena noticia para el presidente Obama, quien redactó –cuando
trabajaba para el ex vicepresidente Al Gore y su socio financiero
David Blood– los estatutos de la Climate Exchange Ltd y los de
la Bolsa de Derechos de Emisiones de Carbono en Chicago. El presidente
francés Francois Hollande y su ministro de Relaciones Exteriores Laurent Fabius
utilizarán esos argumentos para preparar la Cop 21 (Conference on climate
change) y enriquecer a sus amigos [9].
Samantha Power, de la posición
de universitaria de moda
a la de mujer del poder
Volvamos a la campaña electoral. En
una entrevista, Samantha Power describe a Hillary Clinton, la entonces rival de
Obama en la carrera por la investidura demócrata, como «un monstruo»
capaz de ensuciar a cualquiera con mentiras con tal de ganarse un puesto
(alusión a la polémica electoral sobre el Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN) [10]), incidente que la obliga a dimitir.
Su mentor Richard Holbrooke –quien encubrió el genocidio en Timor
Oriental– servirá posteriormente de intermediario entre Clinton y Power para
resolver el diferendo entre ambas.
Durante la transición presidencial,
Samantha Power trabaja con el futuro consejero de seguridad nacional Thomas
Donilon y con Wendy Sherman en la preparación de la sucesión en el Departamento
de Estado. Pero al final no será la joven señora Power-Sunstein sino
Hillary Clinton –de 64 años, ex first lady y
ex senadora– quien se convertirá en secretaria de Estado del
presidente Obama.
Samantha Power pasa entonces a ser
asistente especial del presidente y directora del Buró de Asuntos
Multilaterales y Derechos Humanos de la Casa Blanca. Desde esas posiciones
obtiene para David Pressman, un ex asistente de Madeleine Albright,
el puesto de director de Crímenes de Guerra y Atrocidades en el Consejo de
Seguridad Nacional. Pressman había creado, con John Prendergast, Not
on Our Watch, una organización para difundir la idea de que existía un
genocidio en Darfur, y había enrolado en esa tarea a una serie de figuras
de Hollywood, como George Clooney y Matt Damon.
Power también logra convencer a
Obama de crear un Consejo de Prevención de Atrocidades que reúne en su seno
varias agencias estadounidenses [11]. Extrañamente ese organismo no ha publicado
absolutamente ningún informe y se ha limitado a un solo encuentro en el
Congreso. Lo único que se sabe de ese Consejo es que
se felicitó por el éxito de la operación en Kenya, lo cual
remite al viaje a África que la CIA y Samantha Power organizaron para el
senador Obama. Pero la mencionada operación fue un cambio de régimen que, lejos
de evitar un genocidio, se concretó al precio de masacres
tribales cuidadosamente provocadas. Finalmente, ese Consejo parece haberse
desvanecido cuando el Emirato Islámico inició la limpieza étnica en el
Sunnistán iraquí [12].
En octubre de 2009, Samantha Power
escribe la parte esencial del discurso de Obama para la ceremonia de entrega
del Premio Nobel de la Paz. Power desarrolla en ese texto la idea de una
ética de geometría variable: un presidente tiene que utilizar la fuerza y
por desgracia no puede actuar como un Mahatma Gandhi o un Martin
Luther King Jr.
En el Consejo de Seguridad
Nacional, Power conoce al asistente de Hillary Clinton enfrascado en la
preparación de la «primavera árabe», el ex «procónsul
estadounidense» en Líbano, Jeffrey Feltman. El objetivo es
derrocar los regímenes laicos árabes (Túnez, Egipto, Libia, Siria y Argelia),
sean o no aliados de Estados Unidos, para poner en el poder a la
Hermandad Musulmana.
Cuando Muammar el-Kadhafi declara
que su país está siendo víctima de un ataque de al-Qaeda, envía su ejército a
Bengazi con órdenes de recuperar las bases militares que los terroristas habían
tomado y anuncia enfáticamente que si no se rinden hará «correr ríos de
sangre», Samantha Power ya tiene listo un discurso. Las agencias de
prensa occidentales hacen creer que una revolución popular está teniendo lugar
en Libia y que Kadhafi se dispone a masacrar a su propio pueblo.
Así que Estados Unidos tiene que evitar el genocidio que
se prepara. Rápidamente se pone en marcha la guerra contra Libia,
planificada desde el año 2001. La operación costará las vidas de
160 000 personas y dejará además 4 millones de desplazados.
La
representante permanente de Estados Unidos, Samantha Power, en el Consejo
de Seguridad de la ONU junto al subsecretario general y director de Asuntos
Políticos de Naciones Unidas, el también estadounidense
Jeffrey Feltman.
Embajadora en la ONU y líder de los
halcones liberales
Durante su segundo mandato
presidencial, Barack Obama trata de deshacerse de los belicistas que conspiran
a sus espaldas. Arregla el arresto, con esposas y todo, del general David Petraeus,
director de la CIA, y saca a Hillary Clinton del Departamento de Estado.
La soñada dirección del Departamento de Estado está nuevamente disponible,
pero el presidente Obama nombra a John Kerry –de 70 años, con 28 años
como senador, y ex candidato a la presidencia de Estados Unidos. Con
43 años y sin haber ocupado nunca un cargo sometido a la voluntad de
los electores, Samantha Power logra obtener el puesto de embajadora en la
ONU.
Hasta aquí, Power se había mostrado
obediente, respaldando la «primavera árabe» pero aceptando el acuerdo
con Rusia durante la Conferencia de Ginebra. En la ONU, vuelve a encontrarse
con el ex asistente de Hillary Clinton, Jeffrey Feltman, ahora convertido
en director de Asuntos Políticos de la organización, o sea en el verdadero
mandamás de las Naciones Unidas. A partir de su nominación, en junio
de 2012, Feltman organiza por debajo de la mesa el sabotaje contra el
Comunicado de Ginebra por parte de la secretaria de Estado [13]. Feltman es un tipo hábil y no tardará
en reclutar a la ambiciosa embajadora Power, sumándola a su bando
a espaldas del nuevo secretario de Estado, John Kerry.
El plan es simple: Power tendrá que
ganar tiempo frente a los rusos y los iraníes, mientras que Feltman tentará a
Arabia Saudita y Turquía con un proyecto de rendición total e incondicional de
la República Árabe Siria y los generales Petraeus y Allen organizan la guerra
secreta para derrocar a Bachar al-Assad. Si todo funciona bien,
Estados Unidos obtendrá la victoria, Rusia será expulsada del Medio
Oriente, se mantendrá el embargo contra Irán y el presidente Obama se verá
ante los hechos consumados.
Efectivamente, Samantha Power hará
fracasar todos los intentos de alcanzar una solución política en Siria.
Sobre el tema sirio, Samantha Power
comienza rápidamente a trabajar con la Syrian Emergency Task Force,
que se presenta como un grupo de sirios revolucionarios que tratan de
sensibilizar a los dirigentes estadounidenses. Pero ese grupo está
en realidad bajo la dirección de Muaz Mustafa, un palestino miembro de la
Hermandad Musulmana, ex asistente parlamentario de John McCain y
ex periodista de Al-Jazeera, que trabaja para el Washington Institute for
Near East Policy (el tanque pensante del AIPAC) y está implicado en
los diversos países que han sido blanco de la «primavera árabe».
Este personaje dirigió la televisión Sawatel, creada en Egipto para
poner a Mohamed Morsi en el poder y dirigió después el Libyan Council of
North America. Fue precisamente Muaz Mustafa quien organizó
el viaje de John McCain a Siria, en mayo de 2013, y
el encuentro de ese senador estadounidense con el futuro califa del
Emirato Islámico [14].
Cuando la prensa occidental se
entera del ataque químico en las cercanías de Damasco y lo presenta como
una acción del «régimen de Bachar» contra su «oposición democrática»,
Samantha Power encuentra al fin la oportunidad de defender poblaciones
vulnerables. En una conferencia en el Center for American Progress,
se pronuncia a favor de «bombardeos limitados para prevenir e
impedir el uso futuro de armas químicas». Pero, ya informada
de que todo es una operación bajo bandera falsa de los servicios secretos
turcos tendiente a implicar a la OTAN en la guerra, la Casa Blanca
le ordena no hacer nada. Atrapada entre su retórica humanitaria,
sus compromisos con Feltman y su deber de lealtad
al presidente, Power se va con su esposo a un festival de cine
en Irlanda mientras que el Consejo de Seguridad de la ONU debate el
tema [15].
La bella retórica de Samantha Power
sobre los derechos humanos resulta una carta de triunfo cuando el Emirato
Islámico ataca Irak. Con ella, Estados Unidos logra forzar el primer
ministro iraquí recién electo, Nuri al-Maliki, a dimitir sin tener que
mencionar su violación del embargo estadounidense sobre el armamento iraní
ni sus ventas de petróleo a China sin uso del dólar. También permite
justificar la creación de la coalición internacional contra el Emirato Islámico
que, por supuesto, siguiendo instrucciones impartidas por Feltman a la ONU
y del general Petraeus, en vez de bombardear el grupo yihadista,
le lanza en paracaídas cargamentos de armas y municiones a lo largo de
un año.
Pero Samantha Power acaba viéndose
obligada a mostrar sus cartas durante la intervención militar rusa
en Siria. En una reunión del Consejo de Seguridad Nacional,
la señora Power reclama una intervención estadounidense y entra
en conflicto con Robert Malley, responsable del Medio Oriente en el seno
del Consejo.
Robert Malley es el hijo del
periodista francófono y fundador de la revista Afrique-Asie, Simon
Malley, y de Barbara Malley, ex colaboradora del FLN argelino. Robert
Malley milita en contra del imperialismo de Estados Unidos pero
es favorable a un liderazgo estadounidense con los Estado en vías de
desarrollo y desempeñó un papel importante en las negociaciones con Irán.
Y conoce bien al presidente sirio Bachar al-Assad, con quien se ha
entrevistado en numerosas ocasiones. Resulta por consiguiente imposible
hacerle tragar el cuento del tirano-que-asesina-a-su-propia-pueblo. Malley
subraya que la República Árabe Siria, con el respaldo de Rusia, ha ganado
y que ya es hora de pactar la paz. Power finge aceptar, pero
la CIA ya ha iniciado una nueva guerra, ahora destinada a crear un
Kurdistán en el norte de Siria, en un territorio que incluye un 70% de tierras
no habitadas por kurdos.
Al igual que su esposo, el «paternalista
liberal» Cass Sunstein, Samantha Power se define recurriendo a un
oxímoron cuando se proclama, con toda la seriedad del mundo, «idealista
maquiavélica».
Elementos
fundamentales:
Los profesores Samantha Power y Cass Sunstein forman una pareja de ambiciosos en la que ambos exponen magistralmente discursos diametralmente opuestos. Sin embargo, coinciden en la defensa del «Imperio americano» contra los ciudadanos y los Pueblos.
Para Samantha Power, Estados Unidos tiene la potestad de hacer cualquier cosa en nombre de los «Derechos Humanos», mientras que para Cass Sunstein es en nombre de la «Libertad» que el Estado puede darse el lujo de hacer cualquier cosa. Lo importante es que el discurso esconda la realidad.
La embajadora Samantha Power apoya actualmente al clan Clinton-Feltman-Petraeus-Allen para luchar contra Rusia, Irán y Siria. Mientras tanto, el profesor Cass Sunstein teoriza sobre una forma de dictadura suave. Sunstein ha convencido al presidente Obama para que manipule las opiniones de la gente mediante la censura o desacreditando a la oposición y para que manipule los comportamientos actuando sobre su entorno social.
[1] “This country is the greatest country on earth.
I would never apologize for America!”
[2] “U.S. Army ’Psyops’ Specialists worked for CNN”, Abe de Vries, Trouw, 21 de febrero de
2000. Versión en inglés
titulada “Emperor’s Clothes”.
[3] Wie der Dschihad nach Europa kam,
Jürgen Elsässer, Np Buchverlag, 2005. Publicado en francés bajo el
título Comment le Djihad est arrivé en Europe [en español,
“Cómo llegó la Yihad a Europa”], con prefacio de Jean-Pierre Chevènement,
Xenia, 2006.
[4] «La experiencia política africana de Barack
Obama», por Thierry
Meyssan,Red Voltaire, 10 de marzo de 2013.
[5] “Top Ten Law Faculty (by area) in
Scholarly Impact, 2009-2013”,
por Brian Leiter, 11 de junio de 2014.
[6] “Executive Order — Using Behavioral Science
Insights to Better Serve the American People”, by Barack Obama, Voltaire Network, 15
September 2015.
[7] «El Estado contra la República», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
9 de marzo de 2015.
[8] «Conspiracy Theories», por Cass R. Sunstein y Adrian Vermeule, Harvard
Law School, 15 de enero de 2008.
[9] «1997-2010: La ecología financiera», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia),Red Voltaire,
26 de abril de 2010.
[10] También designado por sus siglas en inglés o en
francés, respectivamente NAFTA y ALENA. Nota del Traductor.
[11] “Presidential Study Directive on Mass
Atrocities/PSD-10”, Voltaire
Network, 4 August 2011.
[12] “Why Is Obama Suppressing the
Atrocities Prevention Board?”, por Amelia M. Wolf, The National Interest,
27 de agosto de 2014
[13] «Dos espinas en el pie de Obama», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 31
de agosto de 2015.
[14] «John McCain, el organizador de la “primavera
árabe” y el Califa», por
Thierry Meyssan, Red Voltaire, 18 de agosto de 2014.
[15] “Grenell: Samantha Power Could Have
Sought to Postpone Security Council Meeting”, por Paul Scicchitano, NewsMax, 23 de
agosto de 2013. “UN Ambassador Samantha Power missed
crucial meeting on Syria because she was on holiday in Ireland where her
husband was guest speaker at comedy film festival”, por Meghan Keneally, Daily Mail,
25 de agosto de 2013. “Chaplin festival finds itself centre
stage in UN row”, Irish Independent,
26 de agosto de 2013.
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reproducción de sus artículos a condición de que se cite la fuente y de que no
sean modificados ni utilizados con fines comerciales (licencia CC BY-NC-ND).
Fuente : «La cara oculta de la
administración Obama», por Thierry Meyssan, Red Voltaire , 10
de noviembre de 2015,www.voltairenet.org/article189206.html
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